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Pamela Palenciano durante una de sus representaciones ©Privada

Pamela Palenciano durante una de sus representaciones ©Privada

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Pamela Palenciano: “El teatro es una gran herramienta pedagógica contra la violencia de género”

Vega Alonso, colaboradora de Amnistía Internacional,

La actriz y activista Pamela Palenciano lleva más de 15 años recorriendo teatros, colegios e institutos con su monólogo No solo duelen los golpes, todo un alegato contra las actitudes machistas y la violencia de género. Un relato autobiográfico narrado a través del humor y la ironía, y también un ejercicio de pedagogía para jóvenes y profesorado. 

-Informes sobre violencia de género en la adolescencia denuncian cómo 1 de cada 4 chicas sufre violencia psicológica y de control y que 1 de cada 5 chicos piensa que la violencia machista no existe. ¿Sorprenden estos datos?

Hemos ido hacia atrás. Es curioso porque antes de leer las noticias o un estudio aprendo más de lo que veo en el aula. Aprendo cómo está la sociedad y del porqué de este retroceso.

-¿Por qué hemos ido hacia atrás?

Hay muchos porqués, pero tenemos estas cifras porque en la población adulta son las mismas. Si niegan la violencia de género en su casa, ¿cómo no lo va a negar un chaval de 14 años? El trabajo en sensibilización sobre violencia machista fue brutal de 2003 a 2018, pero desde 2017 el mensaje antifeminista de la ultraderecha se estaba cociendo muy fuerte a nivel internacional y comenzó a llegar a la gente joven a través de Youtubers, donde han cogido un altavoz antifeminista muy grande. Puedes estar o no de acuerdo con el feminismo pero en este caso se dedican a dinamitar todo lo que sea feminista por el hecho de serlo.

-¿Qué impacto tienen estos mensajes en la juventud teniendo en cuenta su vínculo con las redes sociales?

Es grande cuando se ven horas de vídeo en Youtube o TikTok con un mensaje antifeminista. También hay que tener en cuenta que ha habido un empoderamiento brutal de las chicas pero con los chicos se ha quedado la cosa coja. Talleres de masculinidad, nuevos modelos masculinos… el trabajo es escaso. Si las chicas se empoderan y los chicos no se desempoderan en este sentido, ¿qué pasa? pues que niegan la violencia machista.

-¿Con qué herramientas podemos trabajar para frenar la violencia de género en los institutos?

Están muy cansados de talleres y charlas. Yo soy una apasionada del teatro, de la gran herramienta artística y pedagógica que es. El profesorado me dice: cómo en 90 minutos logras trabajar cosas que a mí me cuesta un año. Yo digo que es la magia del teatro. Toca mucho la fibra de la emoción y cuando algo pasa por el cuerpo, lo de relativizar la violencia machista no se da.

-¿Crees que el plan de igualdad debería formar parte del currículum académico?

Tendría que ser algo transversal. Hay que trabajar más todos los días con todo el profesorado y no solo en fechas señaladas. También trabajar con padres y madres y ver de qué se quejan porque a veces lo hacen de los proyectos o charlas feministas o del colectivo LGTBI de forma automática, pero no si van a ver la obra de ‘La casa de Bernarda Alba’, que es fuerte y violenta. El profesorado tiene también el papel de explicarles que estas actividades forman parte del currículum y no solo matemáticas y lengua. No es convencer a nadie sino de dialogar y entender qué está pasando.

Foto de Pamela Palenciano en primer plano ©Privada

-¿La población joven ve la violencia de género como algo que les pasa a las mujeres adultas, como señalan algunos estudios?

Sí. En relaciones de su edad lo llaman “tóxico”. Esto también es nuevo. La palabra ‘tóxica’ es el blanqueamiento de la violencia. En adultos ven más fácil decir maltrato porque un hombre mata a su mujer, o conviven juntos y hay maltrato. Por eso, el teatro les hace ver situaciones en las que se pueden ver reflejados y reflejadas y ver que lo que reciben o hacen es también violencia machista. Ves como un chaval que entra con una actitud defensiva, sale de otra manera. Me han dicho: “Con lo que estás contando, me siento un poco maltratador con mi novia”. Y es bueno verlo porque tienen la edad justa para dejar de hacerlo.

-¿Qué aprendes en el aula?

Aprendo mi parte adultocéntrica, que muchas veces se nos olvida. Como adultos pensamos siempre que tenemos la razón y hablar desde el poder o autoridad no funciona. Aprendo a entender lo que les pasa, las situaciones que viven, a hablar con ellos. Es importante transmitir a los chicos que liberarse del patriarcado les va a hacer mejores hombres, que eso también les beneficia a ellos y no solo a las chicas.

-Cuando una adolescente se identifica como víctima, ¿qué le dices?

Que tienen que buscar apoyo, tanto a ellas, como víctimas de violencia de género, como a ellos desde su parte de ejercer esa violencia. Les digo que siempre va a haber una persona adulta que va a estar cerca para apoyarles si necesitan ayuda.

-Sueles decir que uno de los objetivos del monólogo es contar lo que en tu adolescencia no te contaron. ¿Se habla poco de violencia de género con la juventud?

Hay de todo porque hay programas maravillosos, pero sigo pensando que en el aula no están contando lo que yo hubiera querido que me contaran cuando era adolescente. Por ejemplo, el no culparme, porque a veces escuchas profesores decir cosas a las víctimas de violencia machista desde un lugar de victimización y ese no es el camino. Me hubiera gustado que me contaran que hay muchos tipos de víctimas y de maltratadores. En mi época se hablaba de crimen pasional y se ponía el estereotipo de la mujer mayor, ama de casa, sin estudios, con un marido borracho, etc. Yo no me identificaba con eso. Además, reducirlo a algo conductual responsabiliza al individuo pero se deja de ver lo colectivo. El maltratador no nace, se hace porque hay una sociedad que lo alimenta a crecer como machista. Y si se es algo que se construye, también se puede deconstruir.

-Desde hace años sufres acoso diario por tu trabajo como activista. ¿Cómo convives con esta situación?

Llevo cuatro años de acoso en Internet y viendo cómo mis actividades han sido vetadas. Es difícil separar la vida personal de la activista y de la laboral. Es una violencia muy sutil. Cuentan mil veces una mentira sobre mi persona para que se convierta en verdad. El nivel de hostigamiento no tiene nombre, inventan de dónde no hay y sacan cosas de contexto. Del 25 de mayo al 26 de agosto las amenazas de muerte eran diarias. Al final, la pasión es la que me mueve. Me quedo con el cambio que veo en los chavales en 90 minutos que dura el monólogo. Eso me da mucha fuerza.