El racismo y la discriminación racial son problemas que afectan diariamente a millones de personas alrededor del mundo. La creencia en la superioridad de un grupo étnico sobre los demás conduce a prácticas discriminatorias o persecuciones sociales.
Este fenómeno se refleja en actitudes y manifestaciones que proclaman la inferioridad de determinados colectivos étnicos o la superioridad del propio, fundamentándose en características como el color de piel, el idioma o el lugar de nacimiento.
El racismo ha variado a lo largo de la historia y se ha visto influenciado por la cultura y los factores sociales de cada país, pero los denominadores comunes han sido, por lo general, la segregación social, la discriminación y el rechazo hacia la cultura y valores de otros grupos.
A pesar de los avances en la lucha contra la discriminación racial, aún existen desafíos importantes, por lo que resulta crucial continuar trabajando hacia una sociedad más justa que reconozca que su erradicación es una responsabilidad compartida.
Actualmente, el racismo y la discriminación se siguen manifestando de formas complejas, permeando en todos los aspectos principales de la vida cotidiana. Estos son algunos ejemplos de cómo puede dañar a las personas afectadas:
Manifestación contra el racismo en Akron, Ohio, Estados Unidos. © Matthew Hatcher / AFP vía Getty Images
Racismo aversivo
El concepto de racismo aversivo describe una forma sutil de discriminación y xenofobia adoptada por personas que se declaran abiertamente en contra del racismo tradicional. A diferencia de las manifestaciones directas y públicas de discriminación hacia minorías étnicas o culturales, el racismo aversivo se manifiesta a través de prejuicios encubiertos e inconscientes mantenidos por aquellas personas que niegan ser racistas, que buscan la igualdad de derechos y la libertad para que cada grupo viva su propia cultura de manera abierta. Sin embargo, manifiestan sus actitudes discriminatorias a través de la distancia emocional, la falta de empatía y la frialdad hacia personas de otros grupos étnicos. Estos comportamientos persisten debido a la estructura cultural transmitida a lo largo de generaciones y a las instituciones que mantienen sesgos excluyentes heredados de la historia.
La importancia de comprender y abordar este fenómeno radica en la necesidad de superar las barreras culturales e institucionales arraigadas para avanzar hacia una sociedad verdaderamente equitativa.
La denominada "Marcha por el Libre Tránsito" fue promovida por migrantes del Campamento de Las Raíces y la Asamblea de Apoyo a Migrantes de Tenerife. © Mercedes Menendez/Pacific Press
Racismo etnocentrista
En el racismo etnocentrista, se cree en la supremacía cultural de un grupo sobre los demás, lo que conduce a ver otras culturas como una amenaza. En este escenario no se acepta la igualdad de derechos, y se defiende la noción de que personas de otras razas deben someterse al grupo dominante. Este tipo de racismo desaprueba las prácticas, comportamientos, creencias, lenguas o religiones de otros grupos étnicos y defiende su propia superioridad, perpetuando así la discriminación y la exclusión de otras identidades étnicas.
La lucha contra el racismo etnocentrista implica luchar contra la percepción de superioridad cultural, promoviendo la igualdad y el respeto entre todas las culturas y etnias. A pesar de los esfuerzos realizados, es imperativo continuar trabajando para erradicar estas actitudes discriminatorias y avanzar hacia una sociedad más justa.
Miles de personas marcharon por Barcelona contra el racismo. © Paco Freire / SOPA Images/SIPA
Racismo simbólico
El racismo simbólico se manifiesta en la paradoja de abogar por el derecho a la igualdad, pero circunscribiendo este derecho a ámbitos específicos o situaciones particulares. A causa de este tipo de racismo, cada grupo puede vivir de acuerdo con sus preferencias, pero con la restricción de las áreas específicas asignadas, lo que da lugar a la segregación cultural y al distanciamiento entre los diversos grupos. A pesar de proclamar la igualdad, las limitaciones y restricciones simbólicas perpetúan una forma encubierta de discriminación, donde las aparentes concesiones de derechos se ven empañadas por la asignación de espacios restringidos. Este tipo de racismo, crea barreras invisibles que mantienen la separación y contribuyen a la perpetuación de estereotipos y prejuicios.
La comprensión y confrontación del racismo simbólico resulta esencial para avanzar hacia una sociedad verdaderamente inclusiva, donde la igualdad no esté condicionada por limitaciones artificiales y se promueva la auténtica convivencia entre todos los grupos étnicos y culturales.
Racismo biológico o científico
El racismo como constructo social también ha intentado encontrar su justificación a través de enfoques pseudocientifícios. El racismo biológico o científico es la creencia en la superioridad biológica para justificar la supremacía de de una raza sobre las demás, con la convicción de que estas amenazan la pureza y el desarrollo de la considerada principal. Este tipo de racismo niega cualquier derecho a los miembros de otras razas, abogando incluso por su exclusión total y respaldando la segregación física, mediante el reforzamiento de estereotipos, achacando determinadas características o conductas a los grupos étnicos. Un ejemplo histórico de este fenómeno fue el régimen nazi que promovió la raza aria como pura y superior.
En el pasado, esta perspectiva alcanzó credibilidad en la comunidad científica, pero actualmente está desacreditada. Aunque se denunció formalmente tras la Segunda Guerra Mundial, el racismo científico se alega por quienes quieren justificar que unas razas son superiores a otras.
Racismo sistémico o estructural
Este tipo de racismo se caracteriza por políticas y prácticas que existen en una sociedad determinada y que conducen a una continua desventaja para determinados colectivos con un tratamiento injusto y dañino basado en la raza o étnia. Este tipo de racismo se manifiesta de diferentes maneras, incluye por ejemplo la diferenciación de valores y conductas como “normales” cuando es el grupo dominante, y “anormales” para la minoría. También se manifiesta cuando el poder político niega derechos básicos por el color de piel, utilizando el poder del Estado para imponer la segregación y la desigualdad en la práctica. También cuando el poder se usa para negar la pertenencia de algunas personas por su origen racial a la vida asociativa o cuando el poder privilegia a los blancos en términos de colocación laboral, ascenso o acceso a riqueza.
Amnistía Internacional se asoció con la organización de narración Fearless Collective para crear un mural en el corazón de Beirut en honor a su labor de defensa de los derechos humanos y a favor de la igualdad. Jenny Jacklin Stratton | ©Fearless Collective/Amnesty International
Amnistía Internacional contra el racismo
El trabajo incansable de Amnistía Internacional para combatir el racismo refleja un compromiso sólido con la justicia, la igualdad y los derechos humanos en todo el mundo. A través de campañas, investigaciones y acciones sociales, la organización combate la discriminación racial en todas sus formas. La erradicación del racismo requiere de un esfuerzo colectivo, y Amnistía Internacional nos recuerda que cada voz y acción cuentan a la hora de avanzar hacia un futuro donde la diversidad sea celebrada y los derechos humanos sean respetados para cada persona, independientemente de su origen étnico o racial.