En muchas partes del mundo, los derechos humanos están siendo pisoteados. Gobiernos que deberían proteger a su ciudadanía han tomado decisiones que silencian voces, limitan libertades y perpetúan injusticias. El derecho a la salud, a la educación, a manifestarse o a expresarse libremente no debería ser una concesión, sino una garantía. Sin embargo, la historia nos enseña algo poderoso: cuando las personas se organizan, cuando deciden no callar y luchar juntas, pueden romper barreras y transformar realidades. La fuerza de la unión puede cambiar el curso de las cosas y hacer de este mundo un lugar más justo y más humano.
La protesta social es una parte fundamental y necesaria para conseguir el cambio que nos permita construir un mundo mejor. Es un instrumento poderoso para reivindicar los derechos de la ciudadanía ante las instituciones de poder. Sin embargo, esta fuerza no pasa desapercibida: muchos regímenes políticos ven en ella una amenaza, temen su capacidad de desafiar el status quo y, por ello, responden con represión y persecución.
Manifestación de Black Lives Matter en Viena © Christopher Glanzl/Amnesty International Austria
La protesta impulsada desde la sociedad civil ha sido, a lo largo de la historia, un motor imprescindible para lograr avances que han transformado el mundo. Fue clave en la lucha contra la desigualdad racial, con hitos como la resistencia de Rosa Parks, los discursos de Martin Luther King y la fuerza del movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos, así como en las acciones en Sudáfrica que llevaron al fin del apartheid. También ha sido fundamental en la defensa de los derechos de las mujeres: desde el movimiento sufragista que les garantizó el derecho al voto, hasta las recientes marchas feministas globales que han denunciado la violencia de género y la desigualdad estructural.
En América Latina, las protestas lideradas por movimientos indígenas y campesinos han protegido territorios y derechos medioambientales frente a la explotación. Mientras que, en Europa, las huelgas laborales y movimientos como los chalecos amarillos en Francia han impulsado debates sobre justicia social y desigualdad económica. Estos ejemplos demuestran que la protesta social denuncia injusticias y tiene el poder de transformar sociedades.
“Cuando se unen las personas para protestar contra las injusticias, se puede revertir la situación haciendo del mundo un lugar mejor.”
Amnistía Internacional es una organización que no permanece impasible ante el retroceso de los derechos humanos y sabe que, en épocas en las que el descontento social se hace cada vez más tangible, es necesario pasar a la acción. Son las acciones colectivas de miles, cientos de miles, millones de personas las que han logrado mejorar el mundo. Si estás de acuerdo y piensas que es necesario tomar cartas en el asunto, sigue leyendo.
Israel debe poner fin al genocidio en Gaza
Cientos de gazatíes se hacinan para recibir comidas de la Cocina Benéfica de Rafah (Tekia) en Khan Younis. © picture alliance/dpa | Abed Rahim Khatib
En la Franja de Gaza, las fatalidades continúan aumentando, dejando decenas de miles de víctimas, en su mayoría mujeres y menores. La población de 2,2 millones de habitantes tiene que hacer frente a desplazamientos forzados, inseguridad y sufrimiento. A esto añadimos un asedio implacable que bloquea el acceso a agua, alimentos, medicamentos y combustible que sume a los gazatíes en una dramática lucha por sobrevivir.
Amnistía Internacional lanzó el pasado 5 de diciembre el informe “Es como si fuéramos seres infrahumanos”: El genocidio de Israel contra la población palestina de Gaza en el que documenta cómo Israel ha venido sumiendo a la población palestina de Gaza en un infierno de destrucción sin ningún pudor, continuamente y con absoluta impunidad. Tras la investigación exhaustiva llevado a cabo, la organización llegó a una conclusión contundente: Israel está perpetrando un genocidio en Gaza desde el 7 de octubre de 2023.
Este genocidio se manifiesta en asesinatos, graves daños físicos y psicológicos a personas palestinas, y la imposición deliberada de condiciones de vida que buscan la destrucción total de la población en Gaza.
Es urgente actuar, por lo que exigimos a Israel que detenga de inmediato este genocidio.
¡Dale fuerza a nuestra causa con tu firma!
Defiende la atención primaria. Tu salud está en juego
Manifestación a favor de la sanidad pública. © Tomas Calle/NurPhoto/Shutterstock
En los últimos años, las autoridades sanitarias, tanto a nivel central como autonómico, han enfatizado sobre la importancia de fortalecer la Atención Primaria. Sin embargo la mayoría de los presupuestos autonómicos siguen sin cumplir con la promesa de un refuerzo significativo en su financiación. Esto contribuye a que el 70% de las personas en atención primaria tengan que esperar más de dos días para ser atendidas, y en algunas regiones hasta 10, por lo que es hora de cambiar esta situación. Las comunidades autónomas están elaborando los presupuestos de 2025, y es el momento de exigir que la salud pública sea una prioridad y se aumente la inversión en sanidad.
Firma y pide tanto al Gobierno Central como a las Comunidades Autónomas que garanticen una sanidad pública accesible, digna y de calidad para todas las personas.
Pena de muerte en Irán y Yemen: vidas en peligro que necesitan nuestra acción
A la izquierda, Verisheh Moradi; a la derecha, Fatma al-Arwali. © Private
En Irán y Yemen, dos mujeres valientes enfrentan la amenaza inminente de ser ejecutadas tras juicios profundamente injustos. Ambas son defensoras de los derechos humanos y han sido castigadas brutalmente por alzar la voz en favor de la justicia y la libertad.
Verisheh Moradi, una activista iraní de la minoría kurda, fue condenada a muerte en 2023 bajo la acusación de “rebelión armada contra el Estado”. Las pruebas en su contra se basaron en confesiones obtenidas mediante tortura, y desde su detención ha sufrido aislamiento prolongado, abusos físicos y psicológicos, así como la negación de atención médica, lo que ha agravado su estado de salud. Verisheh fue detenida por participar en protestas pacíficas y, hoy, su vida pende de un hilo mientras su apelación sigue pendiente.
Pero no está sola. Otros seis hombres iraníes —Mohammad, Mojahed (Abbas) Kourkouri, Manouchehr Mehman Navaz, Mehran Bahramian, Fazel Bahramian y Mamousta Khazrnejad— también corren el riesgo de ser ejecutados por haber participado en las manifestaciones a favor de los derechos de las mujeres en Irán. Ya vimos las terribles consecuencias de esta represión cuando Reza (Gholamreza) Rasaei fue ejecutado en secreto el 6 de agosto de 2023.
Por otro lado, en Yemen, Fatma al-Arwali, se enfrenta una situación igualmente alarmante. Fue condenada a muerte tras un juicio sin garantías, donde su abogado ni siquiera pudo estar presente. Durante los ocho meses posteriores a su arresto, su familia no tuvo noticias de ella y, más tarde, supieron que había estado aislada en un centro de detención en Saná, recluida en condiciones inhumanas en una celda subterránea. A día de hoy, continúa sin poder ver a sus hijos y su vida sigue en grave peligro. Aunque las amenazas de ejecución para febrero de 2024 no se materializaron, el riesgo persiste, y la independencia del sistema judicial en Yemen es profundamente cuestionable.
Ambos casos reflejan una clara violación de los derechos humanos fundamentales y el uso de la pena de muerte como herramienta para silenciar a quienes luchan por la justicia. Pero aún podemos evitar estas tragedias. Exigir un juicio justo para Fatma y la anulación de la condena de Verisheh puede marcar la diferencia.
Firma ahora y alza tu voz para proteger la vida de Verisheh Moradi, Fatma al-Arwali y todas las personas que están en riesgo de ser ejecutadas injustamente. ¡El momento de actuar es ahora!
Talibanes: no castiguen a las mujeres que protestan
Protesta de mujeres contra la decisión de los talibanes de prohibir a las niñas asistir a la escuela secundaria, Kabul, Afganistán.© Zerah Oriane/ABACA/Shutterstock
Desde la llegada de los talibanes al poder en agosto de 2021, se han emprendido represalias contra las mujeres que se oponen a sus políticas crueles y restrictivas. Estas mujeres han sufrido arrestos arbitrarios, desapariciones forzadas y torturas.
Un ejemplo flagrante es el caso de Manizha Seddiqi, defensora de los derechos humanos y miembro activo del Movimiento Espontáneo de Mujeres Afganas. Fue víctima de desaparición forzada hasta que se supo que estaba bajo la custodia de los talibanes, en la prisión de Pol Charkhi. Manizha no ha sido acusada formalmente, sin embargo se le ha negado el acceso a asesoría legal y carece de visitas regulares de su familia. Su vida corre peligro, ya que existe la posibilidad de que sea sometida a torturas y otros abusos mientras permanece bajo custodia.
Es imperativo que la liberación de esta defensora de los derechos humanos se lleve a cabo de manera inmediata y sin condiciones. Únete firmando esta petición para presionar a la Dirección General de Inteligencia de Afganistán y exige el cese de estas violaciones de derechos humanos.
¡Dale fuerza a nuestra causa con tu firma!
“Mejorar el mundo es una tarea que nos concierne a todas las personas y unirnos para protestar ante las injusticias es una herramienta a nuestro alcance para conseguirlo.”
¡Anímate y aporta tu grano de arena! ¡Cada acción social, cada persona cuenta!