Durante el mes del Orgullo, rendimos homenaje a Marsha P. Johnson, una mujer trans afroamericana que dejó una huella imborrable en la historia del movimiento LGBTIQ+. Su vida, marcada por la lucha, la resiliencia y el amor comunitario, se convirtió en símbolo de resistencia frente a la exclusión y la violencia.
“Pay it no mind”: una letra, una respuesta, una declaración de libertad
Nacida el 24 de agosto de 1945 en Nueva Jersey, Marsha fue desde pequeña consciente del rechazo social hacia su identidad. A los pocos años de llegar a Nueva York, se sumergió en los circuitos drag de la ciudad, encontrando en el arte y la expresión de género un acto liberador. Fue entonces cuando eligió el nombre con el que pasaría a la historia: Marsha P. Johnson. La “P.” no era una letra cualquiera, sino una declaración política con humor y agudeza. Ante los comentarios ofensivos o preguntas impertinentes sobre su identidad o apariencia, Marsha solía responder con un elegante desdén: “Pay it no mind” (no le des importancia). Esa frase, que podría parecer evasiva, se convirtió en su sello y en una forma radical de afirmar su derecho a existir sin dar explicaciones. En un mundo que intentaba borrarla, esa “P.” fue su forma de decir: mi vida vale y no necesito tu aprobación.

Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera en una manifestación en los años 70. Juntas fundaron el colectivo STAR para dar apoyo y refugio a jóvenes trans sin hogar y otras personas marginadas dentro de la comunidad LGBTIQ+
De Stonewall al activismo callejero
Su figura se volvió especialmente visible tras los disturbios de Stonewall, ocurridos en la madrugada del 28 de junio de 1969 en Nueva York. Aquella revuelta, desencadenada por una redada policial en el bar Stonewall Inn, marcó un antes y un después en la lucha por los derechos de las personas LGBTIQ+. Aunque los relatos difieren y no existe una versión única sobre qué papel desempeñó cada persona aquella noche, Marsha ha sido ampliamente reconocida como una de las figuras clave asociadas a la resistencia.
Pero su activismo no se limitó a ese momento simbólico y llevó la lucha a las calles día tras día, desde los márgenes del sistema. Mujer trans, negra, pobre y trabajadora sexual, tuvo que superar múltiples formas de exclusión. En un contexto en el que ni siquiera dentro del movimiento LGBTIQ+ se reconocían los derechos de las personas trans o racializadas, ella luchó por quienes no encajaban en los discursos hegemónicos.
Marsha fue cofundadora junto a Sylvia Rivera del colectivo STAR (Street Transvestite Action Revolutionaries), que nació como una respuesta urgente a la falta de apoyo institucional, familiar y social que sufrían las personas trans, especialmente jóvenes racializadas y pobres, que vivían en la calle tras ser expulsadas de sus hogares.
Marsha y Sylvia fundaron una organización y crearon un hogar. Convirtieron un edificio abandonado en el Lower East Side de Nueva York en la STAR House, donde ofrecían comida, techo y protección a quienes no tenían a dónde ir. Para sostener ese refugio, ambas recurrieron al trabajo sexual, una de las escasas opciones de subsistencia disponibles para mujeres trans y racializadas en ese contexto, mientras cuidaban de otras personas que, como ellas, eran invisibilizadas o criminalizadas por la sociedad.
STAR fue una de las primeras organizaciones en centrar sus esfuerzos en los derechos de las personas trans y no conformes con el género, mucho antes de que existieran términos como ‘interseccionalidad’ (acuñado en 1989) o ‘justicia trans’. Su existencia fue un acto de amor radical, de resistencia cotidiana y de autoorganización comunitaria.
El papel de Marsha en la lucha contra el estigma del VIH/SIDA
Marsha P. Johnson también fue una activista fundamental durante la crisis del VIH/SIDA en una época en la que la epidemia se utilizaba para reforzar el odio y la discriminación hacia las personas LGBTIQ+, especialmente negras y trans. En medio del miedo, el abandono institucional y la desinformación, Marsha se mantuvo firme como figura pública, denunciando el estigma que recaía sobre las comunidades más vulnerables. Desde su activismo, reclamó atención médica, apoyo y respeto para las personas que eran sistemáticamente ignoradas. Su labor ayudó a romper el silencio y a humanizar una crisis marcada por la exclusión.

Marsha P. Johnson, figura clave en la lucha por los derechos LGBTI+, activista incansable y símbolo de orgullo y resistencia para las personas trans y racializadas. Foto de dominio público. Autor: Hank O'Neal
Muerte sospechosa y falta de justicia
El 6 de julio de 1992, su cuerpo fue hallado flotando en el río Hudson, pocos días después de participar en la Marcha del Orgullo en Nueva York. Tenía 46 años. A pesar de las circunstancias extrañas que rodearon su muerte —testigos hablaron de acoso previo y signos de violencia—, la policía lo tachó rápidamente de suicidio, sin una investigación adecuada.
Desde el principio, muchas personas del movimiento LGBTIQ+, especialmente activistas trans y allegadas de Marsha, denunciaron que se trataba de un asesinato y que las autoridades no tomaron su muerte en serio por su identidad de género, su raza y su situación de pobreza. La indignación creció con los años, convirtiendo su caso en un símbolo de la violencia estructural a la que se enfrentan las mujeres trans negras. Diez años después, tras la presión de activistas como Mariah López y la labor de visibilización de Victoria Cruz del Anti-Violence Project, el caso fue reabierto como posible homicidio, aunque la causa de muerte permanece como “indeterminada”. Más de tres décadas después, no hay justicia ni respuestas claras.
De la memoria a la acción: el compromiso de Amnistía Internacional
La historia de Marsha P. Johnson es un recordatorio urgente de las violencias que siguen sufriendo las personas trans y racializadas en todo el mundo. Su lucha —por el derecho a existir, a expresarse y a vivir con dignidad— sigue más viva que nunca.
En Amnistía Internacional trabajamos para que las voces como la de Marsha no sean silenciadas, para que ninguna muerte quede impune y para que todas las personas puedan vivir libres de discriminación y violencia, sin importar su identidad o expresión de género.
Frases famosas de Marsha P. Johnson
- No me importa lo que digan de mí. No me interesa ser querida por todo el mundo, solo me importa ser auténtica y fiel a mí misma.
- La justicia no puede ser selectiva. No podemos luchar por nuestros derechos ignorando la opresión que sufren otras personas.
- La resistencia es nuestra herencia. Cada vez que una persona sale del armario, somos más fuertes como comunidad.
- Debemos ser visibles. No debemos sentir vergüenza de quiénes somos.
- No es suficiente con protestar, debemos trabajar activamente por el cambio en nuestras comunidades.
- Nuestra existencia es un acto de resistencia, y a través de nuestra resistencia cosecharemos la victoria.
- Nunca subestimes el poder de una pequeña acción para crear un gran cambio.
- Reivindiquemos nuestra historia y nuestros logros. Somos una parte vital de la lucha por los derechos civiles.
- No debemos permitir que nuestra lucha se reduzca a una sola causa. Nuestro objetivo es la liberación de todas las personas oprimidas.
- El amor es revolucionario. Amar y ser amados en una sociedad que nos enseña a odiarnos es un acto de rebeldía.

