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Nos trasciende a todas las personas, en todas las edades: ponemos la violencia sexual y el consentimiento en las mesas de las aulas

Alejandro Galvez (agalvez@es.amnesty.org) Responsable de Movilización de Infancia y Comunidad Educativa,

Es difícil olvidar lo que sucedió en los San Fermines de 2016. Aquella agresión sexual en grupo reflejó demasiado bien el inmenso camino que quedaba (y queda) por recorrer. No era la primera vez que los miembros de “La Manada” cometían un acto de violencia sexual. Siempre se habían privilegiado de una total impunidad. La víctima de aquella agresión en Pamplona fue cuestionada por todo lo hacía (y no hacía), fue perseguida hasta el punto de que se la llegó a responsabilizar del acto de violencia sexual y durante una temporada tuvo que marcharse del país. Se la tildó de mentirosa, y a ellos de víctimas de una persecución injusta que había sobredimensionado lo que sucedió.

Un antes y un después

Uno de los abogados de la defensa de "La Manada" se pasó meses y meses realizando jornadas maratonianas en diferentes televisiones, dando la batalla para conseguir imponer su narrativa: la que dudaba de la víctima, la que diluía la responsabilidad de los agresores. Los jueces que procesaron inicialmente el caso no vieron violencia ni intimidación, y ponían el foco en el comportamiento de la víctima, no en la violencia de los agresores. Hubo una parte importante de la sociedad que consideraba que los miembros de “La Manada” no habían hecho nada malo, o al menos nada tan malo como para que sufrieran la supuesta persecución que estaban sufriendo.

Pero también hubo una parte todavía más importante de la sociedad que dijo basta. Que la normalización de la violencia sexual debía finalizar. Que había que creer a las víctimas. Que lo que sucedió no fue un abuso, sino una violación. Que había que acabar con el silencio, y hablar, y contar, y compartir. Que era necesario poner un punto y aparte y cambiar la manera en la que la sociedad, los medios y la justicia trataban la violencia sexual. Y lo importante es que se consiguió. Aunque todavía queda trabajo por hacer contra la violencia sexual y de género, finalmente las víctimas de los agresores sexuales de “La Manada” obtuvieron justicia y el caso de los San Fermines de 2016 marcó un antes y un después a la hora de abordar estas formas de violencia.

Como con otras muchas vulneraciones de derechos humanos, la lucha contra las violencias sexuales debe pasar necesariamente por la educación. Una educación sexual integral que haga entender qué son exactamente las violencias sexuales, que ponga el consentimiento en el centro, que desmonte la cultura de la violación, que identifique los riesgos de un acceso prematuro y sin control a la pornografía, así como la ficción inherente a ella. Y, sobre todo, que refleje cómo la violencia sexual trasciende a todas las personas en todas las edades, y cómo todas somos parte imprescindible en su prevención y en la lucha contra ella.

Ahí es donde entran Almudena Carracedo y Robert Bahar, directora y director de la película documental No estás sola: la lucha contra La Manada. Con la idea de que el documental, una vez grabado y producido, dejaba de ser suyo para ser de la sociedad, siempre tuvieron claro que la película, más tarde o más temprano, debía llegar a las aulas. Y que había que hablar, y concienciar, sobre lo que en ella se trata.

Los encuentros escolares con Almudena Carracedo, Robert Bahar y Carlota Álvarez

Y así fue. Los días 26 y 28 de noviembre, muchísimos estudiantes de numerosos centros de muchas zonas del territorio comenzaron a conectarse online. Desde Asturias hasta Cádiz. Desde Navarra hasta Alicante. Desde Mallorca hasta Cáceres y Badajoz. Almudena y Robert, junto con Carlota Álvarez, activista del Movimiento Feminista de Madrid que también participa en el documental y que durante los hechos contribuyó a la movilización social que consiguió la condena por violación del Tribunal Supremo a los miembros de “La Manada”, comenzaron a responder a toda una batería de preguntas de los y las estudiantes, hablando de tú a tú, animando al alumnado a expresar sus opiniones y sensaciones. Más de mil estudiantes, de más de cuarenta centros educativos diferentes, se conectaron entre los dos días.

¿Cómo se puedeapoyar a las chicas que han sufrido violencia sexual y no han denunciado? ¿Es la denuncia policial la única vía para contar la agresión? ¿Cómo debe comportarse una víctima? ¿Qué aspectos son clave para educar a las generaciones de una manera igualitaria y respetuosa?

¿Está bien que el foco de la prevención se ponga en las mujeres, para que sean ellas las que tengan que adoptar medidas de autocuidado para evitar violencias sexuales? ¿Es esta la manera correcta de prevenir y abordar la violencia sexual contra las mujeres? ¿Cuál puede ser el papel de los hombres y los chicos a la hora de afrontar y prevenir la violencia sexual?

Y sobre todo, ¿qué es el consentimiento, y qué puede entenderse como violencia sexual?

Esta es solo una pequeña muestra de las diferentes preguntas que se pusieron sobre la mesa. Todo ello con muchos objetivos, pero con uno fundamental: entender que el consentimiento debe ser el centro de cualquier tipo de relación, y que todo lo que no cuente con dicho consentimiento es un acto de violencia sexual, desde un piropo por la calle hasta una agresión de alta intensidad. Creemos que conseguimos este objetivo.

Tenéis más información sobre los encuentros en este artículo periodístico. Recordad que nunca es mal momento para trabajar este tipo de cuestiones en las aulas. Para ello, tenéis disponible nuestra guía didáctica sobre violencia sexual y consentimiento en este enlace.

Muchas gracias a todas y cada una de las personas que hicieron posible estos encuentros. Que lograron que todo saliera tan bien y fuera tan enriquecedor. Desde Almudena, Robert y Carlota hasta activistas y personal de Amnistía Internacional.

Y, sobre todo, gracias a todos los centros educativos, alumnos, alumnas y alumnes que mostraron tantísimo interés en esta iniciativa desde el principio, que hicieron un gran esfuerzo para poder asistir (no era fácil dadas las fechas) y que perdieron la vergüenza para animarse a participar, preguntar y conversar.

Esperamos veros de nuevo en próximos encuentros.

¡Seguimos!