Tendrían que estar jugando o camino a la escuela, pero no pueden porque se ven obligados a trabajar. Cada 12 de junio, Día Mundial contra el Trabajo Infantil, ponemos el foco en este problema mundial que roba a niños, niñas y adolescentes su infancia, su presente, su futuro y su derecho a una vida digna.
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el año 2030 se pretende poner fin a todas las formas de trabajo infantil y explotación laboral. Estamos en el camino, pero aún queda mucho por hacer para no ver a más niños y niñas trabajando.
1. ¿Qué es el trabajo infantil?
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo define como todo trabajo que priva a los niños y niñas de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Hablamos, por tanto, de una vulneración de los derechos de los niños y niñas.
El término “trabajo infantil” se refiere a cualquier trabajo que es físico, mental, social o moralmente perjudicial o dañino para el niño o la niña; e interfiere en su escolarización, privándole de la oportunidad de ir a la escuela, obligándole a abandonar prematuramente las aulas o exigiendo que intente combinar la asistencia a la escuela con largas jornadas de trabajo pesado.
Según las normas internacionales, varios baremos muestran qué es el trabajo infantil: la edad, la peligrosidad del trabajo y el número de horas trabajadas. La edad a partir de la cual niños y niñas deberían empezar a trabajar es variable según la OIT. En ningún caso deben hacerlo si son menores de 12 años, y a partir de ese límite depende de varias variables: si el trabajo supone o no peligros para su salud y el nivel de desarrollo del país.
Menores y adultos trabajando en las minas de cobalto en República Democrática del Congo. © AI
2. ¿Cuáles son las peores formas de explotación infantil?
Hablamos de la esclavitud, el reclutamiento forzoso para conflictos armados, la trata de niños y niñas, la servidumbre, la prostitución y la pornografía, la obligación de realizar actividades ilegales, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, o actividades que supongan cualquier tipo de peligro, dañen su seguridad, bienestar físico o su salud.
3. ¿Qué no es trabajo infantil?
Cuando se habla de trabajo infantil no se incluyen actividades como la colaboración en las tareas del hogar, en el negocio familiar fuera del horario escolar o vacaciones. De hecho, se considera que este tipo de actividades pueden ser positivas para su desarrollo personal, siempre que sean adecuadas a su edad y madurez, no afecten de manera negativa a su salud y no interfieran en su educación y desarrollo personal.
4. ¿Cuántos niños y niñas son víctimas del trabajo infantil?
Según las estimaciones de la OIT y Unicef, en todo el mundo hay 160 millones de niños y niñas víctimas de trabajo y explotación infantil. 79 millones -casi la mitad- sufren alguna de las peores formas de trabajo infantil como la esclavitud, la trata o el reclutamiento forzoso para conflictos armados.
No hay que perder de vista que las cifras pueden ser mayores, puesto que hay trabajos difíciles de contabilizar como, por ejemplo, el trabajo doméstico.
En las dos últimas décadas se había dado una disminución progresiva e ininterrumpida del trabajo infantil en todo el mundo hasta 2016, año en que volvió a aumentar de nuevo. Desde entonces hemos pasado de los 152 millones de ese año a los 160 millones de 2020. Es decir, 8 millones de niñas y niños más trabajando; una tendencia y unos datos que nos deberían preocupar.
“El trabajo infantil ha crecido de 152 a 160 millones. A día de hoy, hay 8 millones de niños y niñas más trabajando que en 2016.”
El último informe de la OIT y Unicef apunta a que este incremento se concentra principalmente en los niños y niñas que tienen entre cinco y once años. En este colectivo, hay casi 17 millones más obligados a trabajar que en el 2016.
5. ¿Cómo afecta el trabajo infantil a las niñas?
La falta de información sobre el trabajo de las niñas hace difícil establecer una radiografía real de su situación. Los datos señalan que el trabajo infantil es más frecuente entre los niños que entre las niñas, pero si se tienen en cuenta las tareas domésticas realizadas por 21 horas o más a la semana, la brecha de género se reduce.
Las niñas sufren la doble carga de la escuela y las tareas del hogar. Una situación que empeora su rendimiento escolar y que, en muchas ocasiones, las obliga a abandonar las clases de forma temporal y, en otras, a dejar el colegio para nunca regresar.
6. ¿En qué países existe trabajo infantil?
Un chico de 14 años, que vive en el asentamiento de desplazados internos de Chaman-e- Babrak, compra verduras en el mercado local, donde vende té para ganarse la vida. © AI
Se concentra en los países más pobres y con mayor desigualdad. Casi la mitad del trabajo infantil lo encontramos en África, seguida por la región de Asia y el Pacífico. Por otro lado, en regiones como América Latina o el Caribe se han conseguido avances en la reducción de casos de explotación laboral infantil.
En África Subsahariana casi uno de cada cuatro menores son explotados y están afectados por esta situación. Además, en todo el continente las cifras han aumentado de 72 a 92 millones desde 2016.
Por ejemplo, en la República Democrática del Congo alrededor de 40.000 niños y niñas trabajan en minas en el sur del país, muchas de ellas de cobalto, según datos de UNICEF. Llegan a trabajar hasta 24 horas en la mina y su salario no supera los 2 dólares al día.
“En la República Democrática del Congo alrededor de 40.000 niños y niñas trabajan en minas en el sur del país, muchas de ellas de cobalto, según datos de UNICEF. Llegan a trabajar hasta 24 horas en la mina y su salario no supera los 2 dólares al día.”
En todo el mundo se calcula que hay unos 300.000 niños y niñas soldados en conflictos armados. Son víctimas de las atrocidades de la guerra y, al mismo tiempo, son obligados a empuñar un arma y estar en la primera línea de combate. Además, se les usa como cocineros/as, mensajeros/as o esclavos/as sexuales. Las heridas físicas y los traumas emocionales que sufren son difíciles de superar.
7. ¿En qué sectores lo sufren los niños y niñas?
Existe en casi todos los sectores. Sin embargo, 7 de cada 10 niños y niñas trabajan en la agricultura, ganadería y pesca, según la OIT. Le siguen el sector servicios (31,4 millones) y el sector industrial (16,5 millones).
En 2017 Amnistía Internacional denunció cómo grandes marcas de aparatos electrónicos, como teléfonos móviles u ordenadores, y empresas de automóviles eléctricos no hacían comprobaciones para asegurar que no se utiliza cobalto extraído con mano de obra infantil en sus productos.
8. ¿Qué causas están detrás del trabajo infantil?
La pobreza económica lleva al trabajo infantil, y este a su vez perpetúa la pobreza. Según la OIT, es fruto de la combinación de varios factores como la pobreza, las emergencias regionales y la migración. De esta forma, muchos niños y niñas se ven en la obligación de trabajar para contribuir a la economía familiar o como único medio de supervivencia, realizando trabajos que ponen en peligro su vida.
Por otro lado, los niños y niñas que no tienen acceso a la educación tienen más posibilidades de convertirse en víctimas del trabajo infantil y este les roba su derecho a acceder a una educación de calidad. Asistimos así a otro círculo de pobreza y desigualdad que hay que romper.
Otras causas que explican el trabajo infantil son la trata de menores y la explotación sexual.
Niños clasificando mineral de cobalto en el barrio de Kasulo, Kolwezi, República Democrática del Congo, mayo de 2015. © AI
9. ¿Cuáles son las consecuencias?
El trabajo infantil afecta al desarrollo físico y emocional de los niños y niñas. Los menores pueden llegar a desarrollar enfermedades y dolencias crónicas o desnutrición por estar expuestos a largas jornadas, cargas pesadas, sustancias peligrosas o a ser víctimas de abuso por parte de los adultos.
Además, sufren las consecuencias de vivir en un ambiente hostil o violento. En muchos casos, son separados de sus familias. También pierden su derecho a la educación, ya que compaginar trabajo y estudios aumenta las tasas de abandono escolar. En otros casos, directamente se ven obligados a abandonar las clases. Todo ello afecta a su desarrollo personal.
10. ¿Qué normas internacionales lo regulan?
Para prevenir y erradicar el trabajo infantil existen normas internacionales impulsadas por la Organización Mundial del Trabajo. Una de ellas es el Convenio número 138, que establece que la edad mínima de admisión al empleo no deberá ser inferior a la edad en que cesa la obligación escolar. La mayoría de los países firmantes han establecido la edad mínima para trabajar en los 15 años. Este convenio ha sido ratificado por 175 países. Otros como Australia, Estados Unidos, Irán o Somalia no lo han firmado.
Por otro lado, el Convenio 182 regula las peores formas de trabajo infantil. Un convenio que ha sido ratificado por los 187 países que forman parte de la organización, algo que sucede por primera vez en la historia de la OIT.
11. ¿Cómo frenarlo?
La concienciación internacional sobre este problema es fundamental para acabar con lo que es una vulneración de los derechos de los niños y niñas. Gobiernos, organizaciones, empresas y ciudadanía debemos asumir nuestra parte de responsabilidad.
Los Estados deben recordar su papel a la hora de establecer políticas de protección de los menores y prohibir el trabajo infantil. Las empresas también pueden contribuir a ello mostrando su compromiso con los derechos humanos y los derechos de la infancia. Y en la mano de todos y todas está informarse, denunciar las situaciones de vulneración de derechos de los niños y niñas, y hacer un consumo responsable.
Proteger la infancia debe ser una prioridad en cualquier lugar del mundo. Es necesario que se garanticen sus derechos. Nada ni nadie debe robarles su infancia y su futuro.