Y tú, ¿qué quieres ser de mayor? Cuando le hacían esta pregunta a Valentina Tereshkova, ella no se lo pensaba, siempre había soñado con ser maquinista. Soñaba con recorrer ciudades y países observando el paisaje mientras conducía un tren y transportaba mercancía y pasajeros desde su cabina. Pero el destino la llevaría a otra cabina, la de una nave espacial. A sus 26 años, la astronauta rusa Valentina Tereshkova se convirtió en la primera mujer en volar al espacio exterior como única tripulante a bordo de la nave Vostok 6, que dio 48 vueltas a la Tierra en tres días.
El programa Vostok había sido lanzado en 1961 por la URSS, siendo el primer programa que llevaba humanos al espacio en toda la historia de la humanidad. Desde aquella misión, ninguna mujer volvió a viajar al espacio hasta casi 20 años después, cuando la cosmonauta soviética Svetlana Savitskaya voló en la misión Soyuz T-7 el 19 de agosto de 1982. A partir de ahí, otras mujeres han culminado misiones en el espacio exterior, pero ninguna lo ha hecho de nuevo en solitario. De las más de 500 personas que han viajado al espacio, poco más de 60 han sido mujeres.
Valentina Tereshkova, que se convirtió en la primera mujer en el espacio en 1963, aparece en un traje espacial en esta foto de archivo sin fecha. © AP Photo/ ITAR-TASS
“De las más de 500 personas que han viajado al espacio, poco más de 60 han sido mujeres.”
Para unirse al Cuerpo de Cosmonautas, Valentina Tereshkova se incorporó a la Fuerza Aérea Soviética, ya que tenía experiencia como paracaidista. Más tarde, se involucró en política y se convirtió en una prominente miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética (URSS). Pero su carrera no terminó con el colapso de la URSS. La excosmonauta siguió involucrada en política, participó en la Conferencia Mundial de la ONU con motivo del año Internacional de la Mujer en 1975, y en 1982 recibió el premio Simba por su labor de promoción de las mujeres. Hoy, Valentina sigue siendo considerada una heroína en la Rusia postsoviética y por su inteligencia y valor, un ejemplo a seguir para muchas mujeres y niñas en el mundo.
“Valentina sigue siendo considerada una heroína en la Rusia postsoviética y por su inteligencia y valor, un ejemplo a seguir para muchas mujeres y niñas en el mundo.”
Pero su travesía no fue fácil. En los años 60, las mujeres no eran consideradas dignas de los mismos derechos que los hombres, y se las consideraba inferiores a ellos no solo física, sino psíquicamente. A día de hoy seguimos escuchando este tipo de argumentos y las mujeres se encuentran con muchísimas más dificultades que el hombre en su día a día. Existe una brecha de género inmensa y aunque en muchos casos hemos avanzado y cada vez son más países los que se comprometen a inculcar la igualdad, aún nos queda mucho camino por recorrer.
Siete participantes del programa "Mercury 13", un grupo de mujeres que se entrenaron para convertirse en astronautas para el primer programa de vuelos espaciales desarrollado en Estados Unidos a principios de la década de los 60. De izquierda a derecha: Gene Nora Jessen, Wally Funk, Jerrie Cobb, Jerri Truhill, Sarah Rutley, Myrtle Cagle y Bernice Steadman. © Cortesía de la NASA
El programa Mercury 13: Woman en Space Program
Solo un par de años antes de la hazaña de Valentina, en Estados Unidos se llevaba a cabo el programa Mercury 13, "Woman in Space Program". El Mercury 13 empezó siendo un proyecto de investigación de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, en el que estudiaban las capacidades de las mujeres para el vuelo espacial. En principio, barajaban la idea de que el cuerpo de la mujer era más pequeño y ligero que el del hombre, lo que las convertía en pasajeras ideales para los vehículos espaciales. En la selección de candidatas, el programa consistía en las mismas pruebas físicas y psicológicas a las que se había sometido a los hombres del programa Mercury 7. A pesar de la dureza de las pruebas y el escepticismo social que colocaba a la mujer como incapaz de llevar a cabo esta tarea, 13 de las 19 mujeres participantes superaron las pruebas. Y no solo eso, en muchos casos, las participantes femeninas superaron las marcas de los hombres. Desafortunadamente, ni el alto nivel de las Mercury, como se las conoce, ni las buenas intenciones del programa, fueron razón suficiente para convencer a algunos hombres de la capacidad de la mujer para desempeñar tareas que hasta entonces habían sido consideradas “de hombres”.
“13 de las 19 mujeres que participaron en el programa Mercury 13 superaron las pruebas, en muchos casos mejorando las marcas de los hombres”
Unos días antes de presentarse a unas pruebas en Florida, donde se someterían a avanzados análisis aeromédicos usando equipamiento militar y un avión a reacción, recibieron un telegrama donde se les comunicaba la cancelación de las pruebas, ya que necesitaban una petición oficial de la NASA. Pero la NASA no dio vía libre. En los años 60, se había establecido que uno de los requisitos para poder convertirse en astronatura era poseer experiencia en programas de prueba de jets militares. Todas y cada una de las Mercury eran pilotos con experiencia y logros, pero el entrenamiento con jets militares no estaba disponible para las mujeres. De alguna manera, estaban enmascarando la discriminación sexual de género con un argumento que, de por sí, estaba basado en esta discriminación. Algunas de las participantes, indignadas, intentaron sacar adelante el proyecto y decidieron llevar el caso ante el Comité del Senado para restaurar el programa. Pero no lo consiguieron, no encontraron el apoyo de los astronautas de la época (todos hombres) e incluso algunas de las integrantes se opusieron a admitir que había discriminación sexual de género.
“El 16 de junio de 1963 Valentina se puso al volante de la nave Vostok 6 en solitario y demostró, una vez más, que las mujeres son igual de capaces que los hombres, “tanto en la Tierra como en el espacio”
Pero la cancelación del programa Mercury 13, y todos los esfuerzos no fueron en vano. Estas 13 mujeres ya habían demostrado su capacidad para viajar al espacio y su desempeño había abierto los ojos a una parte de la sociedad. Por la fuerza, la NASA tuvo que cambiar pronto de opinión y reconocer su error. El 16 de junio de 1963, se enteraron de que Valentina Tereshkova había sido la primera mujer en volar al espacio. Aquel día, Valentina se puso al volante de la nave Vostok 6 en solitario y demostró, una vez más, que las mujeres eran igual de capaces que los hombres, “tanto en la Tierra como en el espacio”.
La lucha de las mujeres por sus derechos continúa
Una mujer protesta contra el matrimonio infantil en Lagos, Nigeria. © AP Photo/Sunday Alamba, Archivo
Hoy, la lucha de las mujeres por sus derechos continúa. Como en Arabia Saudí, donde las mujeres ni siquiera han podido conducir un coche hasta 2018. Ese año el gobierno levantó la prohibición ante la presión interna de las propias saudíes, que habían mantenido una campaña pública contra la prohibición desde 1990, y externa de organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional. Iman al Nafjan, una de las activistas de los derechos de las mujeres, declaró: “Ahora que se ha levantado la prohibición de conducir, tal vez sea posible hacer otras conquistas; la más importante en este momento es la abolición del sistema de tutela”. Sin embargo, todavía hoy continúan en la cárcel algunas de las mujeres que pelearon por su derecho a ponerse al volante y conducir, y viajar, sin pedir permiso.
En España, hasta el año 1975 las mujeres casadas necesitaban la autorización del marido para obtener el permiso de conducir, pero también para poder trabajar, para abrir una cuenta bancaria, para solicitar el pasaporte, era la llamada “licencia marital” que estuvo en vigor durante la dictadura franquista hasta dicha fecha. La primera mujer que se estrenó como conductora de un tren del metro suburbano de Madrid lo hizo en 1983. Y es desde 1988 cuando las mujeres pueden incorporarse a las Fuerzas Armadas. Sin embargo, hasta julio de 2019 ninguna mujer ascendió a general. Patricia Ortega es la primera mujer que ha conseguido este cargo.
Dos niñas desplazadas ríen junto a su madre, a la izquierda, mientras se les toma una fotografía en el exterior de la Escuela Secundaria General de Hadnet, que se ha convertido en un hogar improvisado para miles de personas desplazadas por el conflicto, en Mekele, en la región de Tigray, en el norte de Etiopía, el 5 de mayo de 2021. © AP Photo/Ben Curtis
En algunas partes del mundo, las niñas de 10 años no tienen ni siquiera la posibilidad de preguntarse qué quieren ser de mayores, como lo hizo ValentinaTereshkova. Según el Fondo de Población de Naciones Unidas, en muchos países las perspectivas de una niña de 10 años, que debería tener ante ella un horizonte de posibilidades de educación, están limitadas. Al llegar a la pubertad, una poderosa combinación de familiares, personas influyentes de su comunidad, normas sociales y culturales, instituciones y leyes discriminatorias se interponen en su camino. Es posible que la obliguen a contraer matrimonio y tenga que abandonar la escuela, que tenga un embarazo temprano, que se convierta en la propiedad de alguien, en un bien material de compra y venta. A los 10 años, quizá le nieguen toda capacidad de decisión en su vida.
Por este motivo, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por 193 países de las Naciones Unidas en 2015, representa una gran oportunidad. Por primera vez en la historia, esta Agenda obliga explícitamente a los países, independientemente de su nivel de desarrollo, a no dejar a nadie atrás. Ninguna niña de 10 años, viva donde viva, puede permanecer al margen, abandonada a la pobreza, la enfermedad o la ignorancia. Las niñas de 10 años de hoy en día son algo más de 60 millones y componen uno de los grupos de población que corren mayor riesgo de quedarse atrás.
Desde Amnistía Internacional, seguimos luchando para que este y otros muchos proyectos no se queden en el olvido y sean cumplidos por todas las partes firmantes. Los gobiernos tienen la obligación de garantizar la igualdad de todas las personas, sean quien sean, independientemente de su raza, etnia, sexo, género, edad o contexto social.