Los Menores Extranjeros No Acompañados (MENAS) son niños, niñas y adolescentes menores de 18 años que llegan a España sin ayuda ni cuidado de un adulto. Este término, que surge del ámbito jurídico como una noción neutra, ha sido ampliamente utilizado en los medios de comunicación y el relato político. En algunos sectores de nuestra sociedad, el concepto MENA ha adquirido una connotación negativa que deshumaniza a los menores, convirtiéndolos en un colectivo uniforme sobre el que es fácil lanzar mensajes de odio basados en bulos y noticias falsas.
Sin embargo, detrás de este acrónimo se esconde la realidad de miles de chicos y chicas que se ven forzados a abandonar sus hogares huyendo de situaciones de pobreza, conflictos armados y graves vulneraciones de los derechos humanos. A pesar de su corta edad, recorren las mismas rutas migratorias que las personas adultas y se enfrentan a múltiples violaciones de sus derechos en travesías que, en algunos casos, pueden durar meses e incluso años.
A pesar de las dificultades, no se rinden. Emprendieron la travesía más dura de sus vidas para alcanzar un futuro, para poder valerse por sí mismos. A pesar de su juventud, son todo un ejemplo de resiliencia y valentía. Sus ganas de salir adelante y contribuir a la comunidad son admirables, como podemos comprobar en la historia de Yousef, que se ha convertido en un joven emprendedor junto a un compañero.
En estos tiempos de discursos que responsabilizan a colectivos y grupos en situación de mayor vulnerabilidad de los problemas sociales, es más necesario que nunca recordar la importancia de brindar especial protección a los menores de edad. Compartimos una serie de datos para desmentir algunos de los bulos fáciles y recurrentes sobre los menores no acompañados.
Unos jóvenes migrantes comen algo en una tienda de campaña de la Cruz Roja, en la isla de Tenerife. Llegaron en una embarcación que fue interceptada frente a la costa y escoltada a puerto. © AP Photo/Arturo Rodríguez
No quieren trabajar
La edad media de emancipación en España es de 30 años pero, sin embargo, a estos adolescentes se les pide que sean personas completamente autónomas a una edad en la que la inmensa mayoría de jóvenes no lo son. La desprotección en la que se les sume, les deja en un gran riesgo de exclusión social. Desde el 2008, la tasa de paro entre la población menor de 30 años ha ido incrementándose hasta alcanzar su valor máximo, el 42,4%, en el 2013.
Una de las principales preocupaciones de los menores está relacionada con su futuro laboral, ya que al cumplir la mayoría de edad pasan de estar tutelados por el Estado a una emancipación forzada, sin medidas efectivas que garanticen su integración en el mundo laboral. Ser menor en un país extranjero, estando solo, ya es bastante difícil, pero estos jóvenes deben enfrentarse, además, a las deficiencias de un sistema que no se lo pone fácil.
“Sus ganas de trabajar comienzan en muchos casos desde su etapa como menores no acompañados tutelados por la Administración, y muchos demandan que se les otorgue un permiso de trabajo desde los 16 años”
Sus ganas de trabajar comienzan en muchos casos desde su etapa como menores no acompañados tutelados por la Administración, y muchos demandan que se les otorgue un permiso de trabajo desde los 16 años. La Ley contempla que la tarjeta de residencia de los jóvenes incluya una autorización para trabajar por cuenta ajena, pero, en la práctica hasta 2020, ese permiso se ha estado concediendo de forma excepcional y solo si su centro o tutor lo demandaba ante la delegación de Gobierno. Las cifras aportadas por la Secretaría de Estado de Migraciones, desvelan que en 2018 tan solo 218 jóvenes entre 16 y 17 años obtuvieron una autorización de trabajo, y solo 54 extutelados de 18 años lo consiguieron en ese año. ¿Se puede lograr la integración social sin darles la oportunidad de seguir formándose o de encontrar un empleo?
Tras las continuas demandas por parte de las organizaciones que trabajan con jóvenes migrantes tutelados, no fue hasta 2020 que el Gobierno dio orden directa a las delegaciones para facilitar la concesión del permiso de trabajo al alcanzar los 16 años, sin necesidad de realizar otros trámites administrativos que lo complicaban.
Son una carga económica para el Estado
Rotundamente no.
Según el Boletín de Datos Estadísticos de Medidas de Protección de la Infancia en España en 2019, había 50.272 menores sin cuidado parental, de los cuales 12.417, según los datos de la Fiscalía, eran Menores Extranjeros No Acompañados. El Estado tiene la obligación legal de respetar, proteger y garantizar los derechos de todos los niños, niñas y adolescentes aplicando el principio de no discriminación.
Según los últimos datos de UNICEF, España realiza una inversión en familia e infancia muy por debajo de la media de la Unión Europea, tan solo un 1,3% del PIB, a pesar de tener una tasa de pobreza infantil del 27,4. El dinero destinado específicamente a menores no acompañados representa una cantidad aproximada del 0,002% del PIB español.
Siendo un colectivo de personas en una situación de especial vulnerabilidad, jóvenes con potencial, pero también con dificultades a los que hay que apoyar, no resulta una gran inversión teniendo en cuenta que en el futuro serán ciudadanos contribuyentes en nuestro país.
Un niño lleva a su perro husky mientras espera para cruzar a Ceuta, en la ciudad norteña marroquí de Fnideq, cerca de la frontera de Marruecos y España, el martes 18 de mayo de 2021. © AP Photo/Mosa'ab Elshamy
Más de la mitad no son menores
"No se trata de niños, sino de adultos que intentan aprovecharse del sistema de protección".
Todo lo contrario. El Comité de Derechos del Niño de la ONU ha condenado a España hasta en 14 ocasiones por someter a los niños y niñas a pruebas de determinación de edad que no se ajustan al Convenio de los Derechos del Niño que el Estado español está obligado a cumplir. Muchos de estos niños y niñas han sido tratados como mayores de edad, con todas las implicaciones que tiene la falta de protección y aplicación de la Ley de Extranjería a personas que realmente lo son.
El Comité de Derechos del Niño ha instado a España a cambiar la forma en la que determina la edad y recuerda que la evaluación debe realizarse evitando todo riesgo de violaciones a su integridad y respetando su dignidad humana, atendiendo a sus intereses como menor y a consideraciones de género con criterios científicos, de seguridad e imparcialidad.
Aún con las irregularidades denunciadas sobre las pruebas de determinación de edad, según la memoria de la Fiscalía General del Estado presentada en 2019 prevalecen los resultados de minoría de edad.
Un niño migrante llega al enclave español de Ceuta el martes 18 de mayo de 2021. © AP Photo/Bernat Armangue
Aumento de la delincuencia
Absolutamente falso. Las estadísticas oficiales muestran que no existe una relación directa entre el aumento de niños y adolescentes migrantes solos y el índice de delincuencia. El Centro Global de Análisis de Datos de Migración de la OIM indica que del año 2000 al 2015 la población migrante pasó a representar de un 4,1% a un 12,6%. En base a los estudios del Ministerio del Interior, en ese periodo la tasa de criminalidad por cada 1.000 habitantes se redujo de 45,9 a 43,7. Además, las estadísticas oficiales disponibles solo proporcionan datos de menores extranjeros, sin distinguir a los que vienen acompañados de los que no, por lo que resulta complicado realizar afirmaciones que vinculen "menas" y delincuencia.
Donde sí existe una correlación es entre migrantes y dificultades de acceso a condiciones de vida dignas. Los últimos datos del INE de 2019 indican que el 82% de las personas extranjeras en España vive en riesgo de pobreza o exclusión social frente al 18% de nacionalidad española. Este gran riesgo de exclusión está especialmente presente en los menores no acompañados cuando pasan a la vida adulta, salen del sistema de acogida y protección de menores y se enfrentan a un futuro sin redes de apoyo.
Como menores que son viven, piensan y actúan como cualquier adolescente. Con el añadido de estar viviendo el shock del tránsito migratorio, digiriendo el abandono de su hogar y enfrentándose a un presente y un futuro inciertos en una sociedad que no conocen. Merecen toda nuestro acompañamiento, comprensión y apoyo.