Nos gustan los cuentos, y creemos que pueden ser una maravillosa forma de transmitir derechos humanos. Por ello, de vez en cuando contaremos en este blog con la voz de Nieves, que nos hablará de algunos de ellos que podéis usar en clase para hablar de cuestiones como mujer o diversidad. Esperamos que os gusten.
Para iniciar este recorrido por relatos y derechos humanos, se me ocurrió que tendría que encontrar un libro muy especial. Le di varias vueltas a los de la biblioteca municipal, a mis estantes en casa y a las novedades literarias.
Pippi Calzaslargas de Astrid Lindgren, que de ninguna manera es novedad porque se publica en 1945, ha sido reeditada en España con gran éxito en 2018 por Blakie Books. Sin lugar a dudas es una de las mejores referencias para este mes de marzo en el que escribo y recomiendo en femenino. Pero no encontré esta edición u otras similares, agotadas en todos los canales de venta. Celebro este éxito actual porque Pippi es un personaje especial que, tras casi ocho décadas, gusta e identifica a mujeres y niñas de muy posteriores generaciones. Pippi es una niña emancipada y libre hasta sus más positivas y últimas consecuencias. Rompe con los estereotipos de género ya que es inteligente y muy fuerte, atributos socialmente vinculados a la masculinidad, y la supera ya que es capaz de levantar con sus brazos a un caballo sin esfuerzo alguno. Es graciosa, viste como quiere, tiene habilidades, no tiene problema con lo que opinen de ella y resulta irreverente con las expectativas sociales sobre una adecuada conducta femenina y sumisa de hace ochenta años desde su primera edición, porque ha llovido mucho hasta la fecha, aunque aún queda recorrido hasta la plena igualdad de género. Recomendamos este título tanto para niñas de a partir de ocho o nueve años y en adelante, a madres, abuelas y demás parentela.
Al hilo de lo políticamente y socialmente correcto y asignado a cada rol en una visión binaria y heteropatriarcal, recuerdo la satisfacción de ver y escuchar hace unos días una entrevista a la ilustradora, escritora, compositora y letrista Raquel Díaz Reguera, en la que comenta que escribió e ilustró un cuento para su hija porque a esta le encantaban las princesas rosas y ella tenía que mostrarle que las niñas han de tener la oportunidad de romper con los atributos vinculados a estereotipos de género aprendiendo de modelos o personajes alternativos y actuales. Esta idea tuvo como resultado el álbum ilustrado ¿Hay algo más aburrido que ser princesa rosa? (Thule Ediciones, 2010). Esta publicación rompe con las expectativas de género porque las princesas rosas se duermen de aburrimiento, no quieren besar sapos y necesitan actividades divertidas como viajar en globo, rescatar príncipes azules o domesticar dragones. Le da una vuelta a los deseos y capacidades de las niñas y las mujeres, visibilizando todas sus potencialidades, su espíritu aventurero, preferencias e inquietudes.
En esta línea y con enfoque de género, Raquel Díez Reguera edita posteriormente Cuando las niñas vuelan alto (Lumen, 2017), Las niñas serán lo que quieran ser (Lumen, 2017), Violeta &Co cambian el mundo (Lumen, 2021) y Clara Campoamor, El primer voto de la mujer (NubeOcho, 2019). Todas estas publicaciones son álbumes ilustrados con diseños de edición muy cuidado, de formatos cuadrados, tapas duras, con imágenes de portada e ilustraciones coloridas y un estilo propio de percibir y reproducir de esta autora a cada una de sus protagonistas femeninas. Una recorrido entre relatos fantásticos o basado en la bibliografía de Clara Campoamor, con un toque mágico, con los que las niñas de a partir de cuatro o cinco años y en adelante pueden sentirse identificadas, con referentes redefinidos para una construcción de una identidad de género más alternativa y diversa, en un momento clave de sus vidas, y sobre todo para iniciar una recorrido personal menos sujeto a presiones y etiquetamientos socioculturales.
Continuando con la ruptura del rol predestinado para las mujeres y definido por la tradición patriarcal, y especialmente para las lectoras a las que no nos gustan las princesas rosas, podemos compartir sobre otras protagonistas de historias muy personales que superan expectativas vinculadas a roles encorsetados de género y muestran un mundo de diversidad rico, colorido y libre. En esta línea recomendamos el precioso álbum ilustrado Las princesas más valientes, de Dolores Brown y Sonja Wimmer (NubeOcho, 2018). Esta cuidada edición, de gran tamaño, de precioso diseño e ilustraciones con un increíble y vivo toque personal de su dibujante, nos muestran la vida, aficiones, gustos y características de diferentes mujeres de todas las edades, lugares y orígenes. Ellas nos rodean y apenas las visibilizamos hasta que este relato nos las va presentando. Tienen diferentes profesiones, diversas edades, identidades de género y sexual; capacidades diversas, viven solas, con hijos e hijas, con sus parejas hombres o mujeres, disfrutan jugando, bailando, comiendo pasteles, actuando, montando espectáculos con títeres, paseando o plantando semillas que llenan de vegetación y vida las calles de la ciudad. Princesas muy cercanas que finalmente descubren que no quieren ser princesas porque hay otras ocupaciones mucho más interesantes. Esta edición es recomendable para neolectoras y neolectores de a partir de siete años.
A continuación y para otra fase vital, recomiendo publicaciones con perspectiva de género para adolescentes y jóvenes, comenzando por el Diario Violeta de Carlota, de Gemma Lienas (Ediciones Destino, 2013) relato en primera persona de una adolescente descubriendo e identificando situaciones de injusticia y desigualdad por ser mujer, desde la propia vivencia, con la que pueden sentirse identificadas muchas jóvenes lectoras de a partir de doce años de edad.
Pero la obra fundamental sobre lo que ha sido y es esta perspectiva de género, es el clásico Feminismo para principiantes (Random House, 2005), ensayo escrito por Nuria Varela (edición de Penguin Random House) a la que debemos la formación de género de más de una generación de mujeres en este país. La autora explica con un lenguaje muy directo y sencillo lo que es el Feminismo, la historia de las mujeres y las diferentes corrientes feministas. Describe e identifica entre otras cuestiones, los micromachismos, o nos orienta sobre el uso de un lenguaje igualitario a incorporar a nuestras sanas costumbres cotidianas. Este libro de muy fácil lectura que se reedita en 2018 en versión ilustrada por Antonia Santolaya, en una cuidada y elegante edición, mucho más accesible aún que las primera ediciones, con imágenes que combinan tonalidades malvas, blancas y negras, que evocan al estilo narrativo de las novelas gráficas. Es recomendable e imprescindible para adolescentes a partir de quince o dieciseis años en adelante.
Y terminemos este recorrido con un tono morado muy actual, recomendando para las jóvenes y adultas, una de las publicaciones que ha supuesto un referente del discurso feminista del siglo XXI: Todos debiéramos ser feministas, de Chimamanda Ngozi Adichie, (Ramdom House, 2016) texto que corresponde a una charla TED que se puede ver en vídeo, pero se reflexiona mejor leyéndola. Esta obra sólo tiene un inconveniente de partida: ese “Todos” de su título en inglés original, Everybody should be feminist, que prefiero traducir como Todas y todos deberíamos ser feministas.
A fin de cuentas el Feminismo tiene como objetivo la igualdad y el reconocimiento de los derechos humanos de mujeres, niñas y adolescentes ¿No debiéramos ser todas, todos y todes feministas?
Sólo espero que después de leer en las aulas, en nuestras casas y espacios familiares y de amistad, estas recomendaciones y muchas otras más compartidas con sororidad, avancemos como dice Chimamanda, y aprendamos a ser más activistas y felices feministas, que no odiamos a los hombres, y a quienes nos gusta llevar pintalabios y tacones para nosotras mismas y no para los hombres, y si apetece, lo disfrute el resto de la humanidad. ¡Hasta pronto!
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