De acuerdo con la definición de la Declaración sobre los defensores y defensoras de los derechos humanos, estos son aquellas personas que actúan pacíficamente, sin recurrir a la violencia, para promover y proteger la universalidad e indivisibilidad de los derechos tanto de las personas como de los pueblos.
Pueden ser defensores y defensoras cualquier persona que lucha a favor de una causa, ya sea actuando a título personal o de forma asociativa, en el marco de su profesión o en sus actividades cotidianas.
Atendiendo a esta descripción, niños, niñas y jóvenes pueden ser también defensoras o defensores de derechos humanos; y pueden actuar para promover sus propios derechos o por los derechos de otras personas, incluyendo los derechos de personas adultas. Sin embargo, se tienen que enfrentar a muchos obstáculos cuando intentan expresar sus opiniones al considerar que les falta conocimiento, responsabilidad y experiencia suficientes para ser capaces de construir una opinión, y se les acusa de estar siendo objeto de manipulación y adoctrinamiento.
Las antorchas de gas instaladas en la Amazonia ecuatoriana están causando enormes daños a la salud y al medio ambiente © AI
Esta discriminación no solo se produce dentro de las familias o en la escuela, sino también en organismos nacionales o internacionales, como sucedió recientemente en Ecuador. La activista de 14 años Leonela Moncayo, junto con otras ocho niñas, asistieron a la cámara donde se celebraba una sesión de la Comisión de Biodiversidad para revisar si el gobierno estatal cumplía con las medidas contra los mecheros a las que se le había sentenciado. Tras su intervención en la que subestimaba la escala del problema, Andrea Arrobo, ministra de Minas y Energía, en su declaración añadió el siguiente mensaje en que se insinuaba que las niñas podían estar siendo manipuladas: “Háganlo por convicción, siempre háganlo porque están conscientes de la realidad, no se dejen manipular, escuchen, aprendan, eleven su voz, pero no se dejen manipular”.
“El análisis de las realidades que afrontan quienes defienden los derechos humanos desde el punto de vista de una persona joven es necesario desde hace tiempo, ya que las experiencias difieren de una generación a otra”,Sara Vida Coumans, directora adjunta de Campañas y Educación y directora del Equipo Global de Niños, Niñas y Jóvenes de Amnistía Internacional.
En los últimos años, con la ayuda de las redes sociales, la infancia y la juventud han sido capaces de organizar movilizaciones masivas para que los gobiernos rindan cuentas y para que respeten, protejan y apliquen los derechos humanos. A la habitual participación en los movimientos sociales se añade ahora su creciente liderazgo en movimientos de protesta pacíficos –sentadas, ocupación de espacios públicos, concentraciones, discursos– para impulsar el cambio. Como activistas sociales desafían las normas y luchan apasionadamente por los derechos humanos para denunciar todo aquello que amenaza su futuro.
Un ejemplo destacado es la movilización mundial por la sensibilización sobre el cambio climático y la lucha por una mayor justicia climática. Por eso hoy 22 de abril, Día Mundial de la Tierra, ponemos el foco en los retos a los que tienen que enfrentarse las y los activistas climáticos.
Leonela Moncayo, activista climática. © Private
Leonela Moncayo, estigmatizada por defender la Amazonía
La activista mencionada, Leonela Moncayo, fue intimidada con la detonación de un explosivo improvisado justo delante de su casa el 26 de febrero de 2024. Esto sucedió cinco días después de que fuera estigmatizada, junto con otras ocho niñas defensoras, por la ministra de Energía y Minas ante la Asamblea Nacional por su activismo contra la quema sistemática de gas (los mecheros) en la Amazonía. Todas ellas viven cerca de esta combustión continuada y sufren sus consecuencias. Los familiares de algunas de ellas han fallecido de cáncer y tienen muchas personas conocidas que lo padecen.
El 29 de julio de 2021, la Corte Provincial de Sucumbíos, decretó que el Estado ecuatoriano ignoraba los derechos a tener un medioambiente sano y no cumplía sus obligaciones para luchar contra el cambio climático. Y determinó que el Estado debía encargarse de reducir el número de mecheros gradualmente.
Como respuesta a la pasividad del gobierno, Leonela Moncayo, llevó a cabo acciones de protesta como la visita a la Asamblea Nacional donde se celebraba una sesión de la Comisión de Biodiversidad para revisar si el gobierno estatal cumplía con las medidas contra los mecheros a las que se le había sentenciado. Andrea Arrobo, la ministra de Minas y Energía declaró que la sentencia ya se cumplió, pero las activistas continuaron afirmando que el gobierno no cumple con sus obligaciones para reducir la problemática. Leonela Moncayo y sus padres creen que la explosión que sufrieron en su casa fue fruto de dicha protesta y como medio de presión.
Khairiyah Rahmanyah, activista climática tailandesa
Khairiyah Rahmanyah. © Private
El ataque dirigido a Leonela Moncayo es uno de muchos dirigidos a jóvenes activistas tanto en Ecuador como en otras partes del mundo. Así sucede en Tailandia, donde Khairiyah Rahmanyah, activista climática de 22 años lucha por su pueblo, una zona rica en biodiversidad donde la pesca es la principal fuente de sustento para la mayoría de la comunidad que exporta su pescado a países como China, Vietnam, Corea y Japón.
Todo cambió en el año 2019, cuando alrededor del pueblo empezaron a construir zonas industriales. El gobierno planeaba instalar un gasoducto de gas natural entre Tailandia y Malasia y el barco que utilizaron para comenzar los trabajos medía unos 30 metros de longitud lo que impedía a los pescadores hacer su trabajo, y a los niños y niñas jugar en el mar.
En 2020, con 17 años, Khairiyah lanzó una campaña contra el plan del gobierno tailandés de urbanizar sobre el mar y dedicó horas a formar parte de piquetes. Viajó 1.000 kilómetros hasta la sede del gobierno en Bangkok para entregar al primer ministro una carta en la que se le pedía que detuviera el proyecto. En consecuencia, el gobierno decidió posponer su decisión. Actualmente hay una nueva consulta, y se está llevando a cabo labor de investigación, esta vez con la participación de la comunidad.
“Quiero que las próximas generaciones tengan derecho a crecer en la misma naturaleza en la que crecí yo”,Khairiyah Rahmanyah.
Marinel Sumook Ubaldo, superviviente del tifón Yolanda
Marinel Sumook. © Eloisa Lopez/Amnesty International
En Filipinas Marinel Sumook Ubaldo tenía 16 años en 2013 cuando sobrevivió al tifón Yolanda, uno de los más mortíferos de la historia ya que murieron 6.000 personas y millones de ellas perdieron su casa. Desde aquel momento tuvo claro que tenía que encontrar una manera de luchar contra el cambio climático y sus devastadores efectos en todo el mundo, empezando por su país.
“Una de las consecuencias del cambio climático es que nos azotarán fenómenos naturales nuevos con intensidades desconocidas y, sobre todo, imprevisibles”.
Actualmente esta activista sigue luchando para que el gobierno de Filipinas proporcione condiciones de vida dignas a las personas de su comunidad. Y es que, tal y como dijo durante su participación en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en diciembre de 2019 “Debemos actuar”.
Vanessa Nakate, la Greta Thunberg ugandesa
Vanessa Nakate. © Paul Wamala Ssegujja, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons
Para Vanessa Nakate, el cambio climático tiene que ver con las personas. Esta joven activista, comenzó a abogar por la justicia climática en 2018 cuando tenía 23 años con una protesta en las calles de Kampala (Uganda). Inspirada en Greta Thunberg continuó protestando todas las semanas uniéndose al movimiento Fridays for Future en Uganda, convirtiéndose en un rostro conocido hasta el punto de fundar la iniciativa Rise Up para dar voz a activistas climáticos de toda África.
La crisis climática es una de las mayores amenazas que afecta a la vida de muchos ugandeses, siendo especialmente las comunidades más vulnerables a los catastróficos efectos del calentamiento global. Desde hace algún tiempo, África Oriental se enfrenta a fenómenos meteorológicos adversos y ha venido sufriendo sequías prolongadas, desprendimientos de tierra e inundaciones cada vez más devastadoras. Hoy, los efectos del cambio climático están menoscabando el desarrollo sostenible de la zona y por ende los esfuerzos para poner fin a la pobreza.
África produce una fracción muy pequeña de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, sin embargo, está en la primera línea de la crisis climática. Para 2030, se estima que hasta 118 millones de personas extremadamente pobresestarán expuestas a la sequía, las inundaciones y el calor extremo en África, si no se establecen medidas de respuesta adecuadas.
"La crisis climática está empujando a muchas personas a lugares donde ya no pueden adaptarse (…) Si se viaja a dos o tres horas de Kampala hasta cualquier comunidad rural, se comprenderá cómo la población tiene dificultades para encontrar agua y cómo los cultivos se están secando debido a las condiciones de extrema sequía”.
Vanessa, al igual que millones de valientes activistas, exige a los gobiernos y a quienes tienen influencia que hagan más por reconocer la realidad y la gravedad del cambio climático y actúen en consecuencia, situando los derechos humanos y la justicia climática en el centro de todos los esfuerzos. Y es que África es un claro ejemplo de lo que son las injusticias climáticas, un lugar que no es responsable del aumento de las emisiones mundiales, que no ha causado la crisis se encuentra en primera línea de fuego; una población cuyas voces no se escuchan, no reciben financiación para la mitigación, adaptación o para las pérdidas y los daños sufridos por la crisis climática.
Dominika Lasota, organizadora de las huelgas climáticas en Polonia
Dominika Lasota. © Stefan Müller (climate stuff, 1 Mio views) from Germany, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons
La actividad de Vanessa coincide con la labor de Dominika Lasota, una joven de 22 años considerada como la principal organizadora de huelgas climáticas en Polonia y que está vinculada con activistas medioambientales de otros países.
La historia del actual movimiento polaco de acción climática es similar a la de los demás países europeos. La huelga escolar de Greta Thunberg en Suecia en 2018 inspiró a un gran número de jóvenes polacos y les motivo a tomar medidas. Surgieron grupos de base en todo el país, sobre todo en Varsovia, y con el fin de concienciar el mayor número posible de personas sobre el cambio climático, Lasota y varios estudiantes fundaron la iniciativa Wschod, una palabra polaca que significa tanto “Este” como “Amanecer”. El grupo reúne activistas de toda Europa Central y Oriental e intenta resaltar el hecho de que las crisis actuales en Europa son en gran medida el resultado de la dependencia de los combustibles fósiles.
Dominika Lasota llegó a participar en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) como representante juvenil para tratar de influir sobre los líderes reunidos en Egipto, especialmente sobre el presidente polaco. En su encuentro con Andrzej Duda le reprochó que la transición energética de Polonia avanzara demasiado lento y ante su impasividad, terminó diciendo "el presidente ignora constantemente al movimiento de acción climática y no quiere reunirse con nosotros, y si habla sobre temas climáticos, es solo para burlarse del problema".
Palabras de Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional: “Esta generación se enfrenta a una catástrofe climática que va a peor y cuyas consecuencias para los derechos humanos son devastadoras. Sin embargo, demasiados líderes en posiciones de poder se abstienen de hacer lo necesario para evitar este desastre, e incluso incumplen los compromisos adquiridos”.