La evolución de los derechos humanos es la historia de cómo la humanidad ha subido la cuesta del gran reino animal, ampliando tanto la complejidad como el alcance de dichos derechos. Al principio, estos solo eran reconocidos para unas pocas personas, los ciudadanos (incluso en la cuna de la democracia, Atenas).
Con el tiempo, el número de beneficiarios pasó a abarcar el conjunto de la población masculina y, tras incluir a la mujer, de la población adulta. Sin embargo, incluso en regímenes políticos relativamente avanzados, el reconocimiento de los derechos de niñas y niños era nulo.
Frente a esta realidad, la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada en 1989, establece cuatro principios que dejan claro que niñas y niños, pese a ser seres en desarrollo, tienen derechos:
No discriminación ("Los Estados Partes respetarán los derechos enunciados en la presente Convención y asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna", artículo 2.1).
Interés superior del niño ("En todas las medidas concernientes a los niños [...] una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño", artículo 3.1).
Derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo (artículos 6.1 y 6.2).
Participación infantil ("Los Estados Partes garantizarán al niño [...] el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño", artículo 12.1).
Antecedentes de la Convención
En 1924, la Sociedad de Naciones aprueba la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño. Son solo cinco artículos que reconocen el derecho del niño al desarrollo material y espiritual, la asistencia en casos de necesidad y la protección frente a la explotación.
En 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos, establece en su artículo 25.2: "La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales".
En 1959 la Declaración de los Derechos del Niño, un sencillo texto de 10 artículos aprobado por la ONU, reconoce el derecho del niño a protección especial y habla por primera vez del "interés superior del niño". Sin embargo, no tiene fuerza legal.
En 1966, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales llama a adoptar "medidas especiales de protección y asistencia en favor de todos los niños y adolescentes" (art. 10.3). Es la primera vez que un tratado internacional, texto legal de obligado cumplimiento para sus Estados Parte, reconoce derechos a los menores.
En los años siguientes, declaraciones y textos legales reconocen distintos derechos de niñas y niños:
En 1973, el Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo fija en 18 años la edad mínima para desempeñar trabajos peligrosos.
En 1974 la Declaración sobre la Protección de la Mujer y el Niño en Estados de Emergencia o de Conflicto Armado prohíbe los ataques contra mujeres y niños.
En 1985, las Reglas de Beijing fijan los principios de un sistema de justicia que propicie el interés superior del niño.
Después de la Convención
El 20 de noviembre de 1989, tras más de una década de trabajo en el texto, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la Convención sobre los Derechos del Niño.
Desde entonces, la Convención se ha convertido en el instrumento de derechos humanos más respaldado de la historia. Tras la ratificación de Somalia y Sudán del Sur en 2015, los 197 Estados Miembros de Naciones Unidas lo han firmado y todos menos los Estados Unidos lo han ratificado.
La protección de los derechos de las niñas y niñas se ha reforzado desde entonces con la adopción de tres protocolos facultativos de la Convención.
El año 2000, la ONU aprueba los relativos a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía y a la participación de niños en los conflictos armados, que obligan a los Estados a tomar medidas para impedir que los niños participen en conflictos armados y sean explotados sexualmente
En 2011, un nuevo protocolo permite al Comité de los Derechos del Niño, el órgano de 18 expertos independientes que supervisa la aplicación de la Convención, recibir denuncias de violaciones de los derechos de la infancia e investigarlas.
Como recordaba recientemente Amnistía Internacional al presentar el libro Know Your Rights and Claim Them (Conoce tus derechos y reclámalos), "los gobiernos se comprometieron en 1989 a proteger los derechos de la infancia, pero muchos de ellos siguen sin escuchar su voz".
Resultado: en algunos países niñas de tan sólo 9 años son obligadas a contraer matrimonio;más de 61 millones de niños y niñas no asisten a la escuela primaria y, en 2019, uno de cada seis niños y niñas vivía en la pobreza extrema.
Queda mucho camino por recorrer para que los derechos de niñas y niñas sean plenamente reconocidos. La buena noticia es que, pese a todo, caminamos.
La clave es que, como dijo Louise Arbour, Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU en el 18 aniversario de la Convención, se ha comprendido que "los niños no son propiedad de los padres o tutores, ni objeto de generosidad o buena voluntad, sino titulares de derechos".>