Su papel apunta a la democratización de la palabra, dando voz a los sectores más excluidos que no tienen hueco en los llamados medios de masas. ‘Los Nadies’, de Eduardo Galeano, encuentran aquí su espacio para mostrar al mundo todo lo que tienen que decir.
A ello contribuye el tipo de programación que emiten, los portavoces para cada tema, las relaciones con la audiencia o las actividades radiofónicas que realizan en comunidad. Además, de esta forma se fomenta la educación informal que caracteriza a estos medios. Se aprenden conocimientos técnicos, legales, se fomenta la creatividad, se aprende a trabajar en grupo, a hablar en público y a defender sus propios derechos.
La comunicación participativa y el derecho a la comunicación que defienden estas plataformas rompe con los modelos lineales de emisor-mensaje- receptor. Aquí la audiencia es al mismo tiempo productora de programas, portavoz o directora de la emisora.
Otras voces en todo el mundo
Las primeras experiencias las encontramos en Latinoamérica en los años 50, impulsadas por una vocación de denuncia, de lucha social, como un espacio para la reflexión, y como una reacción ante la desigualdad económica, política y social con los derechos humanos siempre en el centro.
En 1947 Radio Sutatenza comenzó sus emisiones para la población campesina de Colombia y en 1949 un grupo de mineros en Bolivia impulsó la Radio de los Mineros en la lucha por mejores y más justas condiciones de trabajo. También empezaron a adquirir un rol de alfabetización como es el caso de Radio Santa María en República Dominicana.
Otras emisoras han tratado de favorecer el desarrollo concienciando sobre violencia de género e impulsando la igualdad como Radio Voz de la Mujerde Chile o el programa ‘Las somos todas’ de Radio Libre de Écija, luchando contra la corrupción, protegiendo el medio ambiente y trabajando por la prevención de desastres naturales a través de la radio como Radio Bálsamo en El Salvador, o previniendo y concienciando sobre enfermedades. Fue clave el papel de las emisoras comunitarias en Sierra Leona durante la crisis del ébola por su labor informativa y de prevención. Durante el huracán Mitch en 1998 fueron salvavidas. Se encargaban de coordinar las ayudas internacionales y de animar a la población afectada. Otro ejemplo es el de Cholollan Radio, en México, que intenta acercar a la población toda la información sobre la Covid-19 y adaptarla a la lengua náhuatl.
Otras han dado protagonismo a colectivos que no tienen su sitio en otras parrillas de programación. Los niños, niñas y jóvenes fueron el pilar de Radio Revista Los Chicos Pilas en Ecuador. LT22 Radio La Colifata de Argentina ha traspasado fronteras poniendo sobre la mesa la importancia de la salud mental. Jóvenes del Centro Ocupacional Pintor Rosales de Madrid realizan el programa ‘Echale Papas’ en Radio Almenara.
La Voz de los Campesinos de México tiene como bandera los derechos de los pueblos indígenas y su identidad cultural. Radio Victoria, en El Salvador, recibió el Premio Nacional a la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos en 2019 por su papel para conseguir la prohibición de la minería metálica.Su transformación social va más allá de su comunidad, país o continente ya que muchos programas de emisoras comunitarias pueden escucharse por Internet.
El derecho a la comunicación que defienden las radios comunitarias es la base para el cumplimiento y la protección del resto de derechos humanos pues en la medida en la que la ciudadanía conozca sus derechos, podrá protegerlos y defenderlos.